viernes, 6 de abril de 2012

Otras historias

Como abrir una puerta luchando contra un huracán fue el esfuerzo para abrir aquello.. y ¡No! No es que la puerta estuviera dura, es que había como tres personas encima de ella prohibiendo la salida de mí y de todos aquellos adultos... Entonces fue cuando llegué a la conclusión de que debía empezar a tener miedo, lo intenté pero no me salió, solo veía a gente estúpida en aquella sala, la sala bastante lujosa con paredes bordadas en oro encima del terciopelo y un suelo laminado acompañado de asientos de madera oscura, la habitación era cuadrada, la pared donde iba encajada la puerta era de color blanco, simple y las tres restantes a un cuadrado encima de todo llevaban unas cortinas recogidas al más puro estilo rococó. Pues en la multitud de aquella sala de adultos había una niña, lo primero que pensé es que al menos había alguien de mi especie, lo segundo que observé... la belleza de aquella niña, Adalserta de Cuca, mi futura esposa, pero eso pertenece a otra historia.
Todos los de la salas nos pusimos en pie mirando hacia la puerta, ya que esta se abrió, esperamos unos segundos a ver lo que pasaba, se veía un largo pasillo, no había nadie y como si nada pasara fuimos saliendo poco a poco y en orden todos de allí, el final del pasillo daba justo a la puerta del edificio, el cual en esos momentos estaba desolado. Y la gran ciudad, ahí me encontraba yo, solo y extrañado, a mis espaldas el edificio y en mi rostro se asomaba ruido y unas vistas llenas de edificios, puentes, coches, me imagino que eso sería la famosa gran ciudad, vivía en la aldea nunca desde mis 14 años había visto una cosa igual, pero en esos momentos me encontraba como a las afueras, podía observar la panorámica la gente que me acompañaba en la sala echó a andar y se desperdigaron.
Debía organizarme, debía poner en pie, que me estaba pasando y que es lo que quería hacer ahora exactamente, ir a la gran ciudad, buscar mi aldea y regresar...
La opción de la aldea la descarté rápido pensé que sería un retraso volver allí, de hecho no me querían... en una aldea no es el amor de una familia, son muchos sin familias que se unen para intentar darse amor o una amistad... pero en ese ambiente era prácticamente imposible.
La otra opción ir a la ciudad, pero sencillamente eso me daba miedo observándolo desde arriba aquello podría ser un caos y no me gustaría repetir la historia de Oliver Twist.
¿qué podría hacer? ¿entrar de nuevo al edificio? ¿O seguir andando por el bosque que lo rodeaba?

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